Pequeñas piezas de la gran máquina
Cuadernos del Laberinto, 2017 |
Su madre era una buena conversadora. Agradeció a Vero y a Emilia que hubiesen cuidado de las chicas y les preguntó, sonriendo para dar a entender que ya conocía su respuesta, si se habían portado bien, qué tal estaba Toñín y si habían encontrado Madrid muy caluroso. Después comentó dirigiéndose a Emilia lo difícil que debía de ser la viudedad, y más con una hija pequeña, porque su esposo murió cuando Vero era pequeñita, ¿verdad? Lo que no puedo imaginar es cómo educan a un niño los padres separados, perdóneme, Vero, pero es que estoy muy anticuada, las cosas de las jóvenes de ahora me superan… ¿Un poquito más de zumo o prefiere té?
Macarena advirtió que Emilia, Marisa y Vero se sentían cohibidas. De hecho, las visitantes no se relajaron hasta que las fotos empezaron a pasar de mano en mano y mamá dejó de ser la protagonista. Incluso Merche pareció más cómoda recuperando, gracias a las imágenes, ciertos hechos, palabras y sensaciones. Macarena volvió a sentir el aliento de Philip en su cuello y el aroma salado que llenaba la terraza del hotel donde desayunaban. Atenta a las demás, intentaba no mirar a su madre pero no conseguía dejar de notar su presencia e imaginar lo que pensaba respecto a cuanto ellas decían. Mamá había vuelto a dirigir la tertulia, interesándose por el futuro empleo de Marisa y afirmando que una carrera universitaria no era estrictamente necesaria para una mujer aunque, la verdad, a nosotros nos encanta que a Macarena le guste estudiar… Claro que, un oficio, siempre es una cosa segura en la vida, ¿no, Vero? A mí siempre me ha parecido que la peluquería en una profesión muy femenina… Emilia recogió las fotos que Marisa había dejado sobre la mesa y dijo que ya era hora de marcharse. Cuando se despidieron, Emilia mantuvo abrazada a Macarena un instante más de lo necesario y al separarse de ella le acarició las mejillas. Durante la cena, el padre de Macarena preguntó qué tal las visitas y su madre respondió con toda calma que, como era de esperar, se trataba de personas totalmente inadecuadas para su hija. La mujer mayor es madre soltera y está preparando a su hija, muy mona pero muy vulgar, para venderla al mejor postor. La otra, la del niño pequeño, dice que está separada pero dudo que se haya casado aunque, la verdad, qué más da una cosa que otra… En cualquier caso, ni Macarena ni Merche volverán a verlas, ni son de su clase ni una buena influencia. Macarena protestó. ¿Por qué su madre tenía siempre que pensar lo peor de todo el mundo? Porque las cosas son así, todo el mundo lo sabe, fue la respuesta.
Fragmento del relato Veneno